Paradojas bancarias

10 septiembre 2011

Tras haber pasado por algunas (malogradas) experiencias amorosas, hacer largas observaciones y compartir mis ideas con otras mujeres, he llegado a la conclusión de que los hombres son como bancos. Me refiero a los intermediarios financieros, no a los asientos. ¿Por qué digo esto? Porque en ellos hacemos grandes inversiones, con la esperanza de ser retribuidas con suficientes beneficios; esperamos que los intereses crezcan para que nuestras inversiones rindan… nunca pasa. Abonamos y abonamos en nuestra cuenta, y al final terminamos endeudadas, sino es que hasta embargadas. En fin, mientras me mantenía reflexionando en ello, casualmente llegó a mis manos un libro de economía… Todo el mundo me veía como una loca mientras reía a carcajadas leyendo el capítulo que hablaba de los problemas de cambiar de banco.


Las aseveraciones de ese libro sólo vinieron a confirmar mis sospechas. Quiero compartir con ustedes un poco de lo que leía, y creo que entenderán mejor mi conclusión. El libro se llama La falta de competencia en México, y el capítulo en cuestión es ¿Gana más el más eficiente? Competencia en el mercado bancario mexicano, del autor Jaume Sempere. A continuación, algunos de las afirmaciones encontradas:


  • Mover su cuenta de un banco a otro lleva a los consumidores a asumir diversos costos, por ejemplo, los relacionados con cambiar domiciliaciones de pagos en la cuenta bancaria, cambiar de tarjeta de crédito, y otros servicios que están asociados a la cuenta.
  • Aparte de los costos de transacción, existen los inherentes a la incertidumbre de cambiar de cuenta de todos sus servicios. Existe además otro tipo de costo que tiene que ver con el conocimiento que el banco tiene del consumidor y el del consumidor acerca de los procedimientos del banco.
  • El que a un consumidor le resulte costoso cambiar de proveedor de servicios financieros limita su búsqueda de mejores opciones. Esto puede llevar a que los bancos que llevan más tiempo en el mercado ganen mayores beneficios aún cuando no sean los más eficientes.
  • Los costos de transacción dependen de la carga burocrática que suponga cambiar las cuentas, del monto total de servicios que se ofrezcan ligados a la cuenta y del tipo de cuenta que se esté abriendo.
  • Otra fuente de costos por cambiar de banco radica en que los bancos tienen mayor información sobre la calidad crediticia de sus clientes que otros bancos. Esa información es de mejor calidad conforme la relación se alarga en el tiempo y puede perderse cuando los clientes cambian de banco. Eso supone un costo ya que los prestatarios de alta calidad son tratados de igual manera que los de baja calidad.
  • Los costos de moverse reducen la competencia “en el mercado”, sin embargo incrementan la competencia “por el mercado”.
  • Otro costo de cambiar de banco es que los consumidores que escogieron comprar los productos de un banco quedan de cierta forma atados a él.
  • El poder de mercado que los costos de moverse dan a un banco dependen de la cantidad de clientes viejos que se moverían ante un incremento marginal del precio y de la cantidad de clientes nuevos que dejaría de atraerse con dicho incremento.
  • En consecuencia, los costos de cambiar de banco pueden ser una barrera para que en el mercado bancario los más eficientes sean también los más exitosos, al dar una ventaja comparativa a los agentes que llevan más tiempo en el mercado.
  • La mayor parte de esta evidencia se basa en la reacción de los mercados accionarios ante el hecho de que permanezca o se rompa la relación de las empresas con sus bancos. Si permanece la relación se intuye que es porque el banco, que tiene información sobre la calidad de su cliente, considera que es un buen prestatario. Por lo tanto, la permanencia de la relación implica que las acciones de la empresa sean bien consideradas por los mercados accionarios.


¡Helo ahí! Puede que estén de acuerdo conmigo o no, pero no cabe duda que se trata de una gran metáfora de las relaciones amorosas humanas. Y no lo sé, puede ser que incluso, para los hombres, las mujeres también seamos como bancos. Todo es posible.

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