El Círculo Negro

21 febrero 2012

para Arelí


Un círculo negro. En la palma de mi mano. Se puede doblar por las esquinas, se puede arrugar por completo si lo empuño. Es tan negro como un abismo y, sin embargo, tan plano y simple como cualquier otro objeto parecido. Creo que dibujaba un círculo y un círculo era todo lo que tenía pensado cuando éste apareció en mi mano. Es por eso que ahora lo examino. Si lo pongo a través y más allá de la ventana, él mismo se coloca en la bóveda celeste, entonces sólo tengo que apretarlo contra ella para que se suture empapando como una mancha que devora el panorama y transforma el día en noche. Pero si quiero recoger un poco de esa noche usando mi mano como cuchara, lo único que aprehendo es el círculo de nuevo, y la noche desaparece instantáneamente dejando paso otra vez al día.
Este círculo tiene esquinas y dobleces, es como una planilla, o mejor dicho un parche. Tiene un reverso que es grisáceo claro y su tela es como de poliéster flexible, lo que me hace recordar a los pants de las clases de educación física los miércoles por la tarde, cuando estaba en la secundaria (mira, ¡otro recuerdo! Actual o imaginado). Si trato de estirar al círculo, no opone resistencia alguna y puedo manipularo a mi conveniencia o capacidad. Lo hago del tamaño de mi cara o lo estiro hasta que cubra de negro todo lo que veo, hasta que se superponga a la realidad física de mi entorno.
Me meto en él: primero la cabeza, luego los brazos; comienza a succionarme hasta que todo es un túnel seco, tibio, negro, suave, fino, resbaladizo y después espiral eterno. Doy vueltas en el mismo sentido mientras me introduzco más hasta que ya no siento un suelo debajo de mis pies, sólo un devenir flotante puro. Entonces las direcciones se bifurcan, los espacios se multiplican y las sensaciones se des-esquematizan... mi mente fluye precipitadamente a través del delta de mi memoria para desembocar en el intempestivo mar gélido de mi existencia entera, con olas implacables de colores con pedazos de ideas o vaguedades de infancia, con deseos caducos de nostalgia de la muerte. Pero mientras más me dirijo en torno al caos de este mar que es un círculo negro en el que estoy inmerso, más me lleva hacia cuatro imágenes completamente escindidas que por ello mismo son perfectamente visibles: unos labios, unos ojos que dejan entrar la luz, cicatrices en las manos y un hombro que se acomoda como en un montículo de piedras.

¿En qué momento me quedé dormido? Tengo la apremiante necesidad de levantarme y escribir sobre el sueño, por pasos, metódicamente: el círculo que aparece y que se vuelve cielo; que es como un pedazo de tela; que me meto en él y retorno a los orificios de mi mente o de mi deseo para que me indiquen cuatro cosas. También tengo que escribir con detalle de cómo me despierto y empiezo a tener la apremiante necesidad de levantarme y escribir sobre el sueño, por pasos, metódicamente...

La Carta

12 febrero 2012

I can still (till till) feel-feel my hope t-t-twitch crrrushed by the force ** of ** chromosomes (somes)... It's a trail map, to a bear t(*)rap(*) separating poor-poor-poor torn camouflage(flage).
- Kevin Moore


Llega el momento de entender bien una cosa bastante esencial: no hay ni habrá más. Ni siquiera la posibilidad remota de su retorno es algo que tenga que ser esperado, o para el caso cualquier otra cosa que se le relacione. Lo que nos lleva, obviamente, a intentar reconstruir uno a uno los fragmentos: días, escenas, códigos, episodios, pasajes (parajes), sueños... dejar escrito eso que pueda condensar aquello que había, juntar todas las hojas y colocarle un pequeño clip para entonces poder soltar la historia a la gaveta del olvido.

Lay your wing-clipped history

Disipar todo residuo de desesperación en una acumulación casi centralizada de letras que conforman palabras y que hacen convección iracundamente para eclosionar una pequeña semilla de materia muerta, de sistema agotado. Un libro hecho de hojas que tienen letras con un clip en la esquina para un lugar sin determinar, para una dirección que no es y nunca será fija. Ha llegado el momento de olvidar, para dejarte ir. Y para dejarte ir me dejo ir y me sucedo a mí mismo en una secuencia fugaz que decolora con mucha dedicación cada sección de mis cromosomas, que los desanuda y decodifica mi ADN hasta llegar a la "nada constitutiva", a pararme frente a un orificio que ya no tiene nada que decir.
Quiero disparar todas esas palabras que aproximen aunque sea un poco al centelleo que subsiste aún en mis recuerdos, al instante preciso con sus sabores y colores, para delimitar sus contornos y curvas, establecer sus sensaciones más íntimas.
Quiero decirte también que conocí a una persona, y que todo sobre ella glorifica alucinadamente cada uno de los momentos de mi vida por el simple hecho de que tengo la pequeña (humilde, perenne, absurda) sensación de que se trata exactamente de la persona indicada. Algo sucedió, su sonrisa, sus palabras, sus ocurrencias, su mirada, otro disparo; todo se entremezclaba como casi un conjuro mágico que sin embargo permanecia real, presenteintensoduraderoaquíyahora. Esa persona me tomó por sopresa en el sentido más literal de la palabra (no metaforices: in a house in the mountains) y me dejó tan estupefacto que - tras estetizarla, aestetizarla, anestesiarla, acomodarla o adocenarla - sigo siendo un perfecto incapaz cuando se trata de olvidarla y, por lo menos ahora, tras tantas palabras, tengo la certeza de no poder hacerlo jamás. Esa persona eres tú. Los días y los minutos me lo dicen, me lo susurran a los oídos.

No hay nada más que decir, y si lo hubiera no quisiera decirlo. Persiguiendo los minutos que se desenvolvieron con calma uno a uno pero que siempre se escurrían de entre nosotros como agua entre las manos, me quedo sentado en esta silla frente a esta mesa, para dejarte ir.

¡Los derechos de autor!

10 febrero 2012

Bueno esta no es de mi autoría pero me ha servido para escribir muchas cosas:

Huddled in the corner Disillusioned My lifeless stare is fixed On your silhouettes
You're disregarding me
Passing me by Like I'm not even here Maybe I'm not Maybe I'm somewhere else I used to be one of you With the same spark in my eyes And now I don't belong to this place It's a matter of merciless time I wholly vanish The candle guttered out The beauty elapsed Could've been so wonderful *** One day we could've met And believed We might live that way Far away from the din Envious looks And chase for the prize
We would have remained ourselves
Without killing our feelings Slowly Day by day One day we could've won Without taking away Someone else's pride We would have become strong Walking through our life side by side We could've missed another day Not knowing how to talk Where to go We could've missed another night Only... For what? The dream went away And you came With your dark hair loose Ruthless cold reality Oh, how I hate your truth Don't turn your back this time Just look at my eyes! I won't break down... I'm going to fight

Vedlo

(Riverside dixit)

La Mesa

Se sentaba a escribir en la misma mesa todos los días. Su regla - inquebrantable, por demás - era utilizar solo tres hojas de papel. Si conseguía llenarlas de palabras, alegorías o imágenes visuales estimulantes, se consideraba afortunado y abandonaba su tarea para volver a dormir. No tenía despertador ni le interesaba saber nunca la hora del día. Lo único que hacía, la actividad de su vida, era escribir. Escribiendo se escribía a sí mismo caminando por las amplias banquetas de las avenidas, o cruzando puentes de estructuras hipermodernas que a los ayuntamientos de las ciudades cosmopolitas les gusta presumir. Escribía calles con sus pasos peatonales, parques con árboles frondosos recubiertos de lama en sus corazas resecas por la edad; personas ruidosas y felices totalmente aletargadas en el compartir con sus respectivos otros. Describía los edificios y sus dimensiones, estilos o argumentos decorativos que unos tras otros permeaban la ciudad. Si se arriesgaba un poco más, podía hacer diagramas imaginarios, de precisión casi neuronal, sobre la manera en que los objetos se acomodaban dentro de los departamentos, oficinas, cines o auditorios, respetando las distancias que instituían entre ellos mismos: topología del interior. Hacía alusión a recámaras cóncavas donde se alojaban los archivos de la memoria colectiva, común o universal, para que los cuerpos de las calles en movimiento prepararan después las exequias de su olvido, la ceguera de su haber acontecido [...] pero entonces retornaba, a manera de elipsis (para que no resulte claro el sentido), y observaba de nuevo a la ventana con los niños a lo lejos, en el pinche parque.

¡Compartimentos estancos que no pueden ser accesados por las libélulas de mi memoria! Los impulsos eléctricos de mis neuronas que reclaman algo (¡tan sólo algo!), casi de manera inverosímil, a la materia hueca y seca que las rodea, a mi mundo tan pequeño en estas paredes húmedas y desgajadas. Secret exhibition, cure for loneliness.

Que pase el tiempo.

02 febrero 2012


"Hubiera sufrido de una buena vez y después el tiempo hubiera pasado su esponja."
- J.P. Sartre, La cámara.

Y surgió ese interminable dolor, aquél que hacía tantos años no era experimentado o, tal vez, ni siquiera era conocido. No hay nada más que preguntas sin posibilidad siquiera de un intento de respuesta, una sola bastaría para cesar la destrucción. Una sola. Sería un recuerdo, un buen recuerdo y nada más. Que pase el tiempo, que pase ya.