La Carta

12 febrero 2012

I can still (till till) feel-feel my hope t-t-twitch crrrushed by the force ** of ** chromosomes (somes)... It's a trail map, to a bear t(*)rap(*) separating poor-poor-poor torn camouflage(flage).
- Kevin Moore


Llega el momento de entender bien una cosa bastante esencial: no hay ni habrá más. Ni siquiera la posibilidad remota de su retorno es algo que tenga que ser esperado, o para el caso cualquier otra cosa que se le relacione. Lo que nos lleva, obviamente, a intentar reconstruir uno a uno los fragmentos: días, escenas, códigos, episodios, pasajes (parajes), sueños... dejar escrito eso que pueda condensar aquello que había, juntar todas las hojas y colocarle un pequeño clip para entonces poder soltar la historia a la gaveta del olvido.

Lay your wing-clipped history

Disipar todo residuo de desesperación en una acumulación casi centralizada de letras que conforman palabras y que hacen convección iracundamente para eclosionar una pequeña semilla de materia muerta, de sistema agotado. Un libro hecho de hojas que tienen letras con un clip en la esquina para un lugar sin determinar, para una dirección que no es y nunca será fija. Ha llegado el momento de olvidar, para dejarte ir. Y para dejarte ir me dejo ir y me sucedo a mí mismo en una secuencia fugaz que decolora con mucha dedicación cada sección de mis cromosomas, que los desanuda y decodifica mi ADN hasta llegar a la "nada constitutiva", a pararme frente a un orificio que ya no tiene nada que decir.
Quiero disparar todas esas palabras que aproximen aunque sea un poco al centelleo que subsiste aún en mis recuerdos, al instante preciso con sus sabores y colores, para delimitar sus contornos y curvas, establecer sus sensaciones más íntimas.
Quiero decirte también que conocí a una persona, y que todo sobre ella glorifica alucinadamente cada uno de los momentos de mi vida por el simple hecho de que tengo la pequeña (humilde, perenne, absurda) sensación de que se trata exactamente de la persona indicada. Algo sucedió, su sonrisa, sus palabras, sus ocurrencias, su mirada, otro disparo; todo se entremezclaba como casi un conjuro mágico que sin embargo permanecia real, presenteintensoduraderoaquíyahora. Esa persona me tomó por sopresa en el sentido más literal de la palabra (no metaforices: in a house in the mountains) y me dejó tan estupefacto que - tras estetizarla, aestetizarla, anestesiarla, acomodarla o adocenarla - sigo siendo un perfecto incapaz cuando se trata de olvidarla y, por lo menos ahora, tras tantas palabras, tengo la certeza de no poder hacerlo jamás. Esa persona eres tú. Los días y los minutos me lo dicen, me lo susurran a los oídos.

No hay nada más que decir, y si lo hubiera no quisiera decirlo. Persiguiendo los minutos que se desenvolvieron con calma uno a uno pero que siempre se escurrían de entre nosotros como agua entre las manos, me quedo sentado en esta silla frente a esta mesa, para dejarte ir.

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