bestiario III

30 marzo 2012

Estoy segura que J. ya sabe que lo amo. Soy evidente, y cometí el error de gritarlo mucho, de contarle a todo el mundo para que se me quitara de la cabeza, como si sacándolo por la boca se me agotaran las imágenes que me abarrotaban los bolsillos de los pantalones sin ajustar.
Cuando paso cerca, con la cabeza gacha como la última de la manada, clava sus ojos de madera en mi cuerpo hasta que me saca unas llagas que luego no puedo ocultar ni con mi sudadera. Lo hace a propósito, a sabiendas que sus ojos están para sacar llagas, con toda la intención de lastimarme. Y luego esa barba, ¡santo Cristo! Pareciera que hubiera nacido sola, para ser sólo barba, y que a veces se abre para sacar la risa que hace de mis pies esas cuatro lagartijas que se quieren escapar del sol. J. sabe, alguien le habrá dicho, me mira con tanta insistencia que no tengo más remedio que agarrarme desesperada de una falsa soberbia que se tambalea como bambú prematuro. J. sabe y me dedica divertido esas malditas miradas de madera…ahora conservo esos troncos sin saber qué hacer con ellos; si quemarlos, si enmarcarlos, si guardarlos en bolsas para luego venderlos en el mercado, gritando: ¡troncos, troncos, troncos de J., frescos y perfectos, troncos!

Kafka

23 marzo 2012

El recuerdo bloquea al deseo, lo calca, lo hace regresar a los estratos, lo separa de todas sus conexiones.

- Gilles Deleuze y Félix Guattari

Sin embargo, para ellos, esta desventaja es aceptable siempre y cuando forme parte del rizoma. ¿Y qué es, de alguna manera, el rizoma? La esquizofrenia: queda entonces el esquizoanálisis.

Las continuas imágenes kafkianas de levantarse y romper el techo con la cabeza, o tener que estar agachado o encorvado por el techo mismo (ver América, El Proceso, El Castillo, La Metamorfosis...), hacen referencia a bloques de memoria - alegorías complejas de interrelaciones sensoriales - que reconectan al deseo, y lo dirigen por lo general a recuerdos sonoros que forman parte de un devenir inasequible, "indesmontable". Esta "inasequibilidad" es una desterritorialización esquizo que permite efectivamente el escape, la huída hacia nuevas conexiones que son cada vez más "paradójicas" o "incoherentes" y a la vez más instituyentes de relaciones afectivas y efectivas: se trata de un imaginario dialéctico.

Los recuerdos sonoros, además, son pura materialidad sonora, son ruidos o voces en cuerpos "que no les corresponden", y que arrastran las acciones del que los escucha, como en una especie de magnetismo que tiene la capacidad de metamorfosear las acciones propias. Es decir, el que produce una acción (particularmente un sonido) lo hace para que esta se reconfigure en el espacio material y le sea devuelta de tal manera que siempre no signifique lo que antes parecía significar: una especie de no-elipsis, que me gustaría llamar topología del interior. ¿Cuál interior? Ninguno, el que parece surgir cuando la materialidad (sonora o de otro tipo) nos devuelve la acción ya metamorfoseada, reconfigurada, desterritorializada.

La materia "no formada" o siempre inasequible es ese aquello que siempre ejerce su acción sobre los otros términos o elementos: la "paradoja" de fondo es que siempre hay la posibilidad de que esta surja del sujeto mismo, y le sea devuelta de manera no-reconocible, ahora sí como en una especie de elipsis que, sin embargo, no es elipsis. Así pues, y volviendo al principio, la cuestión no es oponer una liberación contradictoria a un algo obsesionado con significar dictatorialmente, sino, antes bien, a producir una continuación esquizofrénica de puntos de salida, de direccionamiento, de reproducción-reconstitución permanente (y decir "permanente" ya es un equívoco en este caso), de "significar" significando lo menos posible: no apto para hermeneutas. Deleuze llama esto, con suficiente (mas no gran) acierto, intensidad(es).

Acaba

Acaba, esta vez ya no importa. Imposible recordar cuántas veces había acabado antes. No esperaba un desaparecer, planeaba un desvanecimiento dulcemente progresivo hasta los fines del olvido y el tiempo. Ahora es un trofeo, tal vez, uno más a la repisa empolvada de monotonía.

Acaba, soy libre.

III.

22 marzo 2012

Nada
que no hay manera de...
        No hay nada.
Se escapa de mi pecho
                  no sale a ningun lado.
Es nada lo que tengo
porque es nada lo que siento.
Que nada es lo que queda.
            No se puede
                  ya nada.

Uva pasa.

Érase.
Érase una vez.
Érase una vez una uva.
Érase una vez una uva pasa.
Érase una vez una uva pasa que se secó.
Érase una vez una uva pasa que se secó por soledad.

bestiario II

21 marzo 2012

Desafortunadamente a veces me gustan así, cuarentones, casi pelones, tan convencidos todavía de que son felices que seguramente su mujer –con la que se casaron con decisión hace veintisiete años– sigue perdidamente enamorada de ellos. Firmes, seguros, severos y veloces. Me gustaba porque era alto, porque tenía un trasero pequeño como dos manzanas y porque miraba siempre con ese dejo de sarcasmo que afirmaba saberlo todo de todo. Por su voz alta y cascada. Por su apretón de manos y sus dos cuchillos castaños. Por su mente, gravísima y clara y absoluta. Porque decía tres palabras que eran como tres mundos, y esos mundos tenían vida en ellos, y era vida próspera y tranquila, vida amorosa, fiel, constante, plena, llena de luz viajera, invasiva y fecunda. Yo habité, por el semestre y medio que duró su voz en este mundo, tuve esa vida de media tarde, rodeada de naranjales y mandarinas, rodeada de jacarandas. Lo amé, y él se dio cuenta, casi, porque mis ojillos indiscretos. No quiero irme, pretendo que tengo cosas que completar, ardillas que ver, manos que saludar. Me traiciono, intento tomar la mano venosa, maltratada, viajera, cuarentona, para estrecharla de nuevo conmigo y darme cuenta: me enamoré demasiado pronto, demasiado tarde. Ya, lo amo, pero nací tarde. ¿Dónde está él ahora? ¿Porqué él tiene cuarenta y yo apenas veintidós? Y yo con mi ojos de serpiente… qué barbaridad, yo siempre con mis ojos de serpiente

bestiario 1

20 marzo 2012

Héroe, me abrazaste por sorpresa, tu apretón fue una muerte temprana y sólida, mitificada.

Brazos de Aquiles: me desaparecí en tu soplo. Yo no sé si habré de ser aliento todavía o si ya pertenezco al cielo, porque ya dejé de escuchar las voces de los hombres;

todo tuvo raíces en la luz de tu sacrificio.

Quemamos juntos nuestras naves.
Me besaste luego en la lejana semilla de los ojos, uno de ellos, el izquierdo, traicionó tu beso y respondió con un cuchillo de mirada que penetró tu fecundo amor.

Héroe, me abrasaste por sorpresa.

Día y Sol.

18 marzo 2012

El sol también cae sobre los desdichados. Les quema las pestañas cuando quitan las manos que cubrían sus ojos, y les frunce el ceño sin remedio cuando colocan la mirada sobre el otro. Todas esas historias lúgubres, de nubes en tonos grisáceos o sombras polimorfas al más puro estilo film noir no son opción para mí. Yo experimento la desdicha miserable a todas horas (desde que tú sucediste, claro está) porque ella - las dos ellas - se ha transformado en una presencia indetectable que está detrás de cada estímulo que percibo y que nunca tuvo origen o fue implantada por alguien, por algo.

Pero tal vez esto último no es verdad, porque así como el sol lastima y curte las pestañas cuando las toma desprevenidas, las palabras que todas ustedes pronunciaban sin siquiera hablar fueron esculpiendo con cincel y poco a poco cada espacio de mi ser. Esas palabras que no necesitan ser pronunciadas para marcar un acontecimiento o una hendidura en el suave material de mis sentimientos; esas palabras que son actos que son cuerpos y olores o sustancias que se combinan siempre de maneras diferentes, pero que trágicamente finalizan con el mismo resultado. Y no digo todo esto para excusarme de mis múltiples y solapadas faltas: ha llegado el momento de acabar esta escultura que fue modelada con desgracia por duros materiales que no eran capaces de notar la delicadeza y el detalle de aquello que trabajaban. Ha llegado el día en que entrego la obra que fue hecha por ustedes, in which I deliver the innermost damage done so that you can do what you want with it. After all it's yours, you are the artists. No es necesaria para mí, ahora que ya comprendo que no voy a poder volar jamás, que no voy a volver a ser aquello que me prometí que sería...

Imaginario dialéctico, ¡Vaya estrategia! Tú también te derrites como cada pliegue de mis manos en este fuego que no es mío pero que nunca, nunca paró de calcinarme. Ya volverá ese tiempo otro que me entregue lo mínimo necesario y se abstenga de hacer comentarios a propósito de mí. Ya llegará esa fuerza de hierro con sabor oxidado para mantener a raya los impulsos más nobles o ingenuos de reconstrucción. Usted, ¿es feliz siendo infeliz?

Discusión abandonada.

15 marzo 2012

"Los pensamientos nacen a mis espaldas, como un vértigo, los siento hacer detrás de mi cabeza... Si cedo se situarán aquí delante, entre mis ojos, y sigo cediendo, y el pensamiento crece, crece..."
-La Náusea, J.P. Sartre


No tenía la necesidad de pensarlo, ingenuamente lo dejó atrás y volvió de repente, como una tonada que se pega y no se quiere volver a escuchar. Fue hace pocos meses, incluso lo reafirmaba ayer, sintió que todo había quedado ya atrás, un conflicto que fue resuelto a través de la omisión, a través del abandono. No fue así, por supuesto, nada pasó al olvido. Acechaba en el abandono de los puntos suspensivos, buscaba esa comisura de descuido para finalmente colarse en los agujeros de la mediocridad que la rodea. Después de tantos años de estar vigilante decidió renunciar al puesto, como era de esperarse, terrible broma del destino, hoy se filtra en su existencia, reviviendo ese pasado que la perseguirá hasta que se rinda, como lo hace ahora.

Enfrentará directamente no al otro, no a ese con quien confrontaba, sino la discusión misma, el tema, la cosa. Se enfrentará, se le unirá, se poseerán mutuamente. Y teme, unírsele es formar parte de esa oleada de pensamientos temporales y mediocres, esa voz comunal de la estupidez momentánea. La odiará, así será porque ya la odia. Si estuviera sola, desea tanto estar sola.




peligro de extinción

05 marzo 2012

las manos
de mi abuela
son como tarántulas

                      han recorrido
                      tantas selvas
                                             en tantas ocasiones...

y su cansancio es irreparable

                      - tiemblan -

como tiembla la luz
a través de nosotros.