Museo

28 enero 2012

"Memoria iluminada, galería donde vaga
la sombra de lo que espero. No es verdad
que vendrá. No es verdad que no vendrá."
A. Pizarnik.

A Beruhi

2.
11:53
Inesperadamente, lo puso en sus manos. Él lo palpo. Acto seguido, dijo con suma delicadeza: -Gracias, pero no me convence. Como si hablaran de naranjas en el mercado. Ella lo tomó y escuchó el momento en que se resquebrajaba su corazón de papel maché.

dije que ya no iba a escribir

26 enero 2012

Y soñé que me enfermaba y enmudecía. Entraba en el dichoso estado de iluminación. Y tenía un orgasmo o calambre permanente que me amarraba la lengua al vacío o quizá a lo amontonado, al desastre total de mi sangre, al orden caótico de mis huesos y músculos y yo me quedaba atrás. Apartada del mundo. Pasmada y como bruta y como mensa. Y no podía siquiera subir un escalón. Así, sumida en el nadie. Andrógina muda. Cuerpo neutro de luz. No sirvo para nada. Y él estaba en mi cama, porque me trajo flores, porque en la tarjeta de las flores se dibujó a él mismo (y parecía un ideograma universal) y me dejó las flores afuera de mi casa (como siempre había querido que hicieran). Así que vino y como que hablamos y como que ya no me importó que no fuéramos novios, porque lo único que en realidad quiero a veces es sexo, perseguir un instante no tan instantáneo de silencio y luz nomás. Así que como que lo perdoné o más bien me valió madres. Y tuvimos sexo o hicimos el amor (como más sensato le parezca al pobrecito lector) y pedimos sushi a domicilio, buscamos el menú en internet y encuerados esperamos a que llegara la cena. Con su salsa soya y todo. Empaquetadito todo muy lindo, en cartón. Y tuvimos sexo por segunda vez y pensamos en la posibilidad de ser adictos al sexo. Y dormidos medio abrazados y a rato medio hartos (creo yo) de haber vuelto a la misma situación. Los únicos elementos nuevos en la ecuación: flores + sushi + platiquita en el sillón (en el sillón no duramos más de veinte minutos). Y entre que es la droga o el alcohol o mi síndrome de abstinencia que ya va para ser un año (sí) o mi absoluta inconformidad con la vida, nos despertamos y abrí las cortinas por más que él hiciera berrinche y le aventé la realidad en la cara: ya salió el sol, tengo hambre, párate de la cama (carajo, pensé) Y le hice de desayunar y tomamos café y el fumó un cigarro (el cigarro nunca me ha gustado) pero no me abrazó como quise, lo abracé y el dejó los brazos colgados ahí, como muerto. Y me aburrí muy rápido y las flores ya no me parecieron tan hermosas (qué culpa tienen ellas) pero la tarjeta sí. La tarjeta y su dibujo y su letra. Eso.

Triste hotcake

25 enero 2012


Cenar hotcakes con miel nos es desagradable si somos veganos o diabéticos. Y si nuestro antojo es mayor que nuestro displacer, entonces podemos jugar a que nunca decidimos, o nos dijeron, con qué satisfacer nuestro ombligo. Todas las noches, me preguntaba una amiga, siendo que el huevo no me gusta, me tardo en pensar sobre mi desayuno. Mañana me invitaron a una crepería cerca del parque España y el menú sólo incluye crepas, bísquets y hotcakes. Mi angustia en un principio era que vengo de una familia de diabéticos. Cosa que había resuelto decidiéndome a ordenar un solito hotcake integral con dos cucharadas de miel, en lugar de dos sin miel. Cuando Mel pasó por mí, ¿te acuerdas de ella verdad?, justo en el momento en que escuchábamos Killing me: soft and gentle , Susan Dominus, la locutora, interrumpió la canción para avisarnos sobre unas abejas que habían preferido beber en lugar de néctar de flores, un jugo de cereza proveniente de una fábrica. Mucha gente se dio cuenta del acontecimiento por las panzas extrañamente abultadas y rojizas y también sé que la buena intención de Dominus era hacernos conscientes del atentado biológico contras las abejas, pero aquella mañana ya no pude desayunar, porque tras escuchar la noticia me di cuenta de lo que en verdad quería: la miel y no el hotcake.
por L. Campos

Sintaxis de una memoria exiliada

17 enero 2012

Este artículo nos quedó muy bien. ¡Me siento orgulloso! Yo redacté los apartados: "Importancia del filme en la discusión sobre el espacio" y "Espacios ideológicos en Ararat". Las conclusiones se escribieron en coautoría.














Ocote dixit

Slippin biuti

15 enero 2012

Porque el Ocotón me dijo que no lo había leído:

Sleeping beauty es la ópera prima de Julia Leigh, exitosa escritora australiana vuelta directora –y guionista-.
A pesar de que el nombre hace una referencia clara al cuento de hadas, la película no es una adaptación de éste, sino un atravesaje simbólico de la época del cuento a nuestros días.
El filme trata sobre Lucy (Emily Browning), una estudiante que se sumerge en el mundo del erotismo, el deseo y la prostitución. La historia se centra en su día a día, aunque lo más importante son sus noches, en las que funge como una bella durmiente: una vez drogada, es puesta desnuda en una cama para el servicio de los “clientes”, hombres ricos de edad avanzada a los que se les deja con ella toda la noche para hacer con ella como les plazca, cuya única regla es: “no debe ser penetrada.”.
Como resultado, tenemos una película basada en la desconexión sexual, que proyecta a la mujer como objeto de deseo -Deseo- fallido que no se puede poseer.
La escena más interesante es una toma abierta de Lucy ya drogada en cama; en tal momento, entra la madame y el cliente –primer cliente de Lucy- que se dedica a narrar un cuento de Ingeborg Bachmann -“The thirtieth year”-, lo que nos da una especie de premonición para un final impenetrable.
Estéticamente, Bella se forma con encuadres a la Kubrick, tomas largas, colores neutrales y diálogos sobrios, sin gran carga sonora o visual. Se enfatiza sobre todo en los sonidos ambientales y en el contraste de un elemento sobre los demás, como la piel humana con la madera.
El filme recibió gran atención del público y de la crítica por haber sido seleccionada para competir en el Festival de Cannes. Sin embargo, hay una gran partición en ambos bandos. Algunos la consideran elegante, erótica; mientras que otros la consideran áspera, reflejo del patetismo y mal lograda.
En lo personal, me parece que para tener suma paciencia en la construcción de sus personajes, el final es de lo más apresurado y no tiene mucho soporte para el espectador. A diferencia de La pianista, por ejemplo, que deja un final abierto y desconcertante, pero que al pasar este efecto inicial, vemos que tiene un anclaje claro.
Lo más desconcertante es que la película se corte en uno de los pocos momentos de acción de Lucy, siempre pasiva.

Aquí les dejo el trailer:

Dos moscas en la pared

14 enero 2012

Ya sé, ya sé que esto no es repositorio. Sin embargo, lo que más escribo es ensayo así que he decidido colocar aquí mis escasas publicaciones. Ésta es la más reciente. Yo redacté la introducción y la segunda parte del artículo: "¿Sueñan los mutantes con matrices mecánicas? La tecnología en The Fly".



























Ocote dixit