desayunar kiwi y plátano
y que el mundo que habita los platos azul y blanco
los que no se usan y sólo se contemplan
empiece a desprenderse de su mundo vertical y frío
y aterrizan en los respaldos de mis sillas dos golondrinas
al que casi tengo que adivinarle la cara
rodean la televisión y la tocan con tremenda desconfianza.
y como no voy a ponerme averiguar qué pasó,
corro por mi libro de haikus y le pido a mi japonés que los lea
(entre palabras que no conozco pero que me hacen temblar)
hasta que los platos
vuelven a absorber a sus personajes
y desprenden un sutil golpe de luz.
Nardo
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