Taxis de la Muerte Chiquita
29 abril 2012
Yo siempre he querido una Mac
Circularidades
26 abril 2012
Hilo de Ariadna
VI ó del placer
25 abril 2012
Y pasta.
Pay de elote y pasta.
Pido pasta y pay de elote.
Pay de elote. Pay de elote.
Veinte veces pay de elote.
¿Puré de papa? No.
Me place con pasta el pay de elote.
No el pay de elote con pasta,
la pasta con pay de elote.
Me place pasta. Me place elote.
Pasta para pay, pasta para elote.
Pasta de elote. Pay de pasta.
Pido pasta y pay de elote.
Me place.
Place del placer que place.
Pasta place.
Pay que place.
Pay de elote place.
La pasta.
Y el pay de elote.
Quererte hoy
23 abril 2012
Quererte hoy es tan esperanzador como mantener vivo a un paciente en estado vegetativo.
Quererte hoy es tan útil, y tan simple, como firmar un cheque sin fondos.
Quererte es como la muerte de ese ser amado que, tras meses de lucha en un hospital, al fin se ha ido.
Es una dolorosa noticia quererte, quererte hoy que ya te vas.
Quererte hoy significa enfrentar las consecuencias de tu ausencia. Quererte cuando sé que no volverás.
Quererte así es tan sabido, que ya no me angustia.
Quererte hoy es morirme un poco.
Quererte hoy es la secuela del tiempo con que me impregné a tu lado.
Quererte hoy es tan natural como tu partida. Eventualmente ocurriría.
Quererte hoy es mi más seria pregunta sin respuesta.
Querer porque fuiste, eres y siempre serás aquél.
Quererte hoy me cala el alma, pero no me detiene.
Quererte hoy es ya tan lejano que se ha vuelto onírico.
Quererte así, sin desangrarme, es una ofensa.
Quererte sin dolencia, dejando que simplemente sea.
Pero no puedo hacer más que quererte,
porque quererte hoy, sin medir fuerzas, es lo más necesario para olvidarte.
Jacarandá querida, o de cómo la cursilería asaltó el blog
22 abril 2012
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Dibujo de Gaby |
Tu llenabas mi ártico con luces, como si quisieras hablarme de mundos donde los árboles enraizan, los colores vibran y el cariño se siente en abrazos apretujados.
En este caso no creo que las palabras alcancen a decirte mi sentir... Quizá la memoria pueda. Estos años se han ido entre insolaciones, canciones de Café Tacuba, lágrimitas débiles, risas fuertes, preocupaciones estridentes, textos sin cabeza, cupcakes voladores, y sobre todo, mucho, muchísimo, muchérrimo, muchisimierrimo amor.
Te quiero mucho.
Aunque ya no en la misma jardinera de ladrillitos rojos, espero que las calles de los años venideros estén llenas de florecitas violetas, así como si fuera a pasar el carnaval de la vida.
G.
Para mi los números describen cosas exactas, fenómenos físicos: velocidad de la caída, torque implementado, temperatura de la flama. Por ello encuentro extraño que la edad se mida con números. Cuerpos nacidos en un día idéntico envejecen o crecen a destiempo. En lugar de preguntar cuantos años tiene una persona deberíamos mejor cuestionarle ¿Sobre cuantos charcos haz saltado? ¿Cuántos mangos haz engullido?¿Qué número de uñas se te han caído? Quizás entonces, si las festividades cronológicas estuvieran compuestas de un aglomerado de nimiedades, las festejaría. Feliz y dades.
Slvdr
Canción de cuna para una bestia adulta
17 abril 2012
bestiario VII
Estimado peregrino; no creas que porque viajas, o porque inventas, o porque cuentas, o porque soplas o porque extrañas, o porque narras o porque vives, o porque sonríes con esa tu sonrisa tuya de creador dormido con el lunar perfecto justo encima de la boca suave de tu sonrisa, no creas, pues, que porque eres perfecto yo te amo. No te amo, no te amo, no te amo.
Bestiario VI
16 abril 2012
Eres un muchacho extraño estás demasiado cerca, parece que no percibes mi ritmo de árbol, mi temblor de hojas, mi uno dos tres de secreto aplauso, se me caen las flores de jacaranda...
Eres un muchacho extraño, me tomas demasiado, me tomas de a segundo, pareces siempre hambriento, siempre exangüe, y no parece que notaras que eres un muchacho extraño; que tienes demasiado alto el juego y no te fijas en que nos pisas cuando bailas. No haces nada bien, muchacho extraño, arrastras las patas y estiras el hocico, y babeas cantifleados y cometes vulgaridades inocentes y me pisas cuando bailas; pero así con todo y tus manos que parecen dos muertos arrastrados, aún con esos dos ojos brillantes y aplastados por tus groseros párpados de pestañas largas y groseras, y tu risa castaña y ruda y tus dientes afilados como dragones ofendidos, con eso y todo te quiero, te quiero sinceramente, miserablemente, como un recorrido de montaña, como una noche severa, así te quiero, muchacho extraño, con tus dos manos muertas que pones en mis dos hombros sucios y vacíos, porque los llenas de torpezas. Así con todo te quiero.
Bestiario V
Desvergonzado, se pasea de la mano de la argentina. Él, que sabe que todas las mexicanas estamos detrasito de sus pasos de bombero. Agarra y la sujeta fuerte de la cintura de avispa, y le roba unos besos calientes, como los que seguro dan en Argentina. Ella es indiscreta, fogosa como incendio y tiene el descaro de ser pelirroja. Allá van, con su bamboleo, él con su armatoste de cangrejo y ella con un vestidito que apenas ocupa para volar. No hacen buena pareja, pero ya sabíamos que iban a terminar así, uno con otro, como dos deseos que sólo se cumplen a sí mismos, y que nos dejan en el traste a todos los demás. Así van, caminando, una por las nubes, el otro dando pasos de gigante, orgulloso y torpe campeón. Torpe, en serio, porque la argentina que se regresa en un par de meses. Por eso es que yo creo se besan tanto, por eso hay tanta lluvia estos días, porque hacen truenos esos dos, una con su cancioncilla entrecortada, el otro con su rugido de toro, hacen lluvia, se les ve de lejos que no pueden hablar de otra cosa que no sean sus besos de argentina, y sus besos de campeón.
Charla cotidiana
15 abril 2012
Con-versación
13 abril 2012
Hay una tristeza casi a-humana que se desliza viscosamente debajo de la superficie de cada una de tus palabras, de los ruidos que produces con la boca y se lanzan sobre mi garganta como navajas de hielo perfectamente afiladas. He llegado a convencerme de que esa es la razón metafísica de mi incapacidad por hablar para responderte cuando buscas herirme con tu persistente estrategia. He llegado incluso a considerar con toda seriedad el alejarme repentinamente de tu influjo, en un instante tan corto y abrupto que en sus secuelas se denoten efectos que persistan durante mucho tiempo, que se expandan lentamente a través de los días (los meses, los años) para diseminar tu odio oprimente en los largos trazos que componen los contornos de una historia filmada en tonos de azul, en nueve horas, sin cortes de ningún tipo... en una sola escena. Que el tedio permanezca para sofocar con paciencia toda esa ira dirigiéndose hacia mí como latigazos eléctricos de alta tensión en un cable pelado.
Me dirijo a la puerta, es hora de la cena. En la charola están, nuevamente, las revistas con el vaso de leche y el sándwich asqueroso de paté. Una hojeada rápida en las primeras me confirma - quiero pensar - que ya las he leído repetidas veces anteriormente. La leche huele a soya sintética, y su consistencia es casi como la de un aceite para cocinar. Una temerosa mordida al sándwich casi me hace vomitar por su sabor a restos animales malolientes. Voy a aproximarme al cuaderno para escribir sobre esto, detallarlo con mucha precisión: siento que mis sentidos se están degradando, se arriman a su propio ocaso, y las sensaciones que percibo no se tornan insípidas, sino repulsivas. No estoy bajándole el volumen a la existencia, estoy distorsionando sus dimensiones para resaltar la monstruosidad latente en todo lo que es, en todo lo que soy. ¿Tiene algún sentido esto que me escribo? Escribo que me escribo escribiéndome, cuando de pronto una luz incandescente se introduce iluminando las paredes por una fracción de segundo, y mi concentración se esfuma detrás de ella. Abro el cajón, trato de lanzar con rabia el cuaderno dentro de él pero prefiero sacar los cigarros y el encendedor. Prendo uno, me aproximo a la ventana (bendita y maldita ventana)... está lloviendo afuera. A veces desearía ser el humo que sale de mi nariz para desvanecerme atravesando el marco de esta ventana.
Disfraces
10 abril 2012
Recurrente, predecible, ya no hay nada que lamentar, o eso quisiera. No puede evitar sentir esa pequeña herida interna, el deseo que se fragmenta poco a poco esperando el glorioso momento de la destrucción total, la final desaparición.
Manos en un envoltorio
09 abril 2012
¿Por qué mi mirada se posa sobre tus manos? ¿Por qué se posa ahí para no querer dejarlas? Me pregunto una y otra vez con la intención de evitar la operación sin poder lograrlo en absoluto. Después de todo, ¿Qué son manos que son ojos que son mirada? ¿Qué son manos que son ojos que son mirada que se deposita en ese lugar?
Son sensaciones acompañadas de imágenes: o son manos ajenas... ¿Tus manos son tus manos? Reconozco tus manos por sus pequeños detalles. Una línea que atraviesa los senos de tus palmas, o pequeños callos semiduros en los dobleces de tus dedos. Pero lo que realmente las define (definir: un imposible) es cómo sabes sin saberlo que mueves tus manos, entre el salero, la mesa y tus rodillas, te frotas los dedos, delicia de las sensaciones, extremo de los impulsos, y los entremezclas como arañas, o como pequeños tejidos de seda que se componen caprichosa, casi hedonistamente, persiguiendo al haz de luz que se les escapa.
Cuando tus dedos y tus manos detrás de ellos suben para posarse sobre tus labios, de inmediato dudan, reniegan de su propio deseo y se(te) detienen(s) y se devuelven por completo hacia la mesa, para regresar hacia el principio que en ese instante yo mismo me estoy inventando, como si de alguna manera hicieras una especie de rutina gimnástica que se repite en series, ciclos o secuencias: un sueño dentro de un día. Pero de inmediato tus manos se percatan y refutan mi hipótesis, me muestran lo que hacen sin mostrármelo, me enseñan que parecen dibujar un triángulo o una parábola, y en cuanto aprehendo ese momento lo dejan, lo cambian, lo deshacen, me abandonan...
Tus manos son cartografía que estratifica crónicas que me hablan de tí, y se desenvuelven en frases célebres de tu biografía poco a poco inventada por mí. Las frases son siempre imágenes en claroscuro de poderes exteriores alguna vez manipulados a tu voluntad, introducidos inconscientemente en los talles de mis venas. Corren todas ellas por el centro mismo de mi sangre e implotan vertiginosamente para reducir mi cuerpo al tamaño y la forma de un espejo, yo sin sustancia ya, yo sin nada que mostrar más que tu reflejo.
¿Qué serán mis manos para las tuyas? ¿Esperarán algo de ellas? ¿Tocar tus manos será como hundir las mías en un agua diáfana y tibia, como experimentar (al fin) una muerte placentera?
Me doy cuenta de que mis manos ya las tengo, y con ellas quiero recorrer las tuyas, saborear los pliegues, deslizar los talles, deshacer los nudos y memorizar cada uno de sus surcos. Tengo mis manos para tan sólo pretender tener las tuyas. Mis manos ya las tengo porque en ellas hay un mechón de nervios que se crispan y erizan cuando perciben aquella presencia, imaginada o actual; porque se quieren desenvolver en el espacio que produce un momento con mucha más importancia que cualquier otro... tocarte.
Hay tres palabras que explican por qué quiero tocar tus manos: para recordarte siempre.
las piernas abiertas
La Espera
08 abril 2012
Pero entonces, en el acto de hacerlo, todo lo que ha sido recogido existe ahora de manera diferente. Una sonrisa de complicidad de aquella persona se transforma en un memorándum sobre las responsabilidades; este fugaz momento de autorreflexión pasa a ser la espera cronometrada de alguien o algo por venir; tus palaras y tus caricias - tu cuerpo - se desvanecen en el espeso aire de la ambigüedad: ¿Qué somos? Es como si se tratara de que todo instante de libertad emancipada e idílica se convirtiera, por sus propias reglas de sucesión, en un grito desesperado que se queda bloqueado detrás de una pared sólida y helada que inmoviliza por completo las cuerdas vocales y que doblega cualquier intento enloquecido por salir. Ya no me encuentro tocando la puerta con todas mis fuerzas, nadie me está abriendo. Quiero tumbarla a golpes, destrozarla con mis puños: ¡Quiero entrar!
Estoy esperando a que un diminuto pedazo de ese supuesto todo colisione contra mí, me haga devolverme en pedazos también al arborescente resquebrajamiento de ese todo. ¿Eres tú, quien espero, quien me entregará a esa devolución? Párteme en pedazos con tus manos, desmenúzame con tu mirada y acaricia cada uno de mis restos. Devuélveme.